1970: una década terrible.
Un ejemplar de la Biblia, una identificación de la UES, un libro de biología, el pelo largo o escuchar las homilías de Óscar Arnulfo Romero o una canción popular, te podían costar la vida. Por ser estudiante, campesino, obrero o feligrés... por un detalle tan legitimo para la vida de cualquier ciudadano del mundo, te capturaban, torturaban y asesinaban durante la dictadura militar. A miles de personas les sucedió.
Los registros de la historia reflejan un sistemático y despiadado ataque de las fuerzas militares contra la sociedad civil en esa época.
El apoyo político y financiamiento de estructuras paramilitares y escuadrones de la muerte por parte de familias económicamente poderosas en contubernio con la CIA, para implementar políticas de exterminio, fueron una constante.
Las migraciones forzadas de cientos de miles de salvadoreños, la separación de familias, la pérdida de sus casas y otros bienes, fueron consecuencia directa de las políticas surgidas desde el poder de la oligarquía cafetalera, sus socios y sus sirvientes, los militares.
Los secuestros realizados por algunas organizaciones de izquierda para atacar a familias vinculadas al poder político y económico de aquellos años, los ataques a policías y guardias nacionales, ejecuciones sumarias de informantes (orejas ciertos o supuestos), también fueron parte de la tragedia humana que nos envolvió.
Desenredar las madejas de aquel tiempo y sus eventos más sangrientos, precisa de mentes abiertas al aprendizaje. El conocimiento de tales sucesos puede ayudarnos a disolver nuestras miradas en la tierra y hojarascas de la que está hecha la sociedad que habitamos, advertir su psicología, su manera de pensar y de hacer, su cultura, sus instituciones.