10 de enero de 1981, la lucha continuaba.


El 10 de enero de 1981, las luchas contra la dictadura no iniciaban, en verdad continuaban.  

Las guerrillas urbanas y las organizaciones sociales que durante la década de 1970 se abrieron camino a sangre y fuego por la justicia, la democracia y la libertad, habían librado ya la primera gran fase de la guerra civil. 

Entre 1970 y 1980 el territorio salvadoreño dejó miles de muertos, en su mayoría civiles aplastados por la generalizada represión que produjo masacres y ejecuciones sumarias como parte integral del terrorismo de Estado y sus diversas versiones de los escuadrones de la muerte.

Las decenas de miles de civiles que se asociaron en organizaciones campesinas, estudiantiles, obreras, de artesanos, religiosas, pobladores de tugurios, de comerciantes, electorales, artísticas, de profesionales etc., fueron alineándose en torno a cinco organizaciones político militares: FPL, ERP, PCS, RN y PRTC en camino a la generalizada lucha armada. 

Uno de los mayores registros organizativos de las luchas por los derechos civiles fue la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), la más impresionante y audaz organización civil de la historia salvadoreña, que agrupaba a varios cientos de miles de mujeres y hombres. 

Uno de los primeros ejercicios unificadores en el campo militar fue la creación de la Coordinadora Político Militar (CPM), a iniciativa del PCS, FPL y RN, el embrión de lo que sería el movimiento de liberación nacional. Meses después, tras superarse algunas disputas ingresaría al grupo el ERP. 

El 10 de octubre de 1980 cuatro organizaciones (PCS, FPL, RN y ERP) fundarían el FMLN, semanas después se uniría el PRTC y una vez juntos y a partir de sus diferencias de visión estratégica y táctica, se pondrían de acuerdo para superar la primera fase de a guerra civil. 

Deciden lanzar la primera ofensiva general de la guerrilla salvadoreña el 10 de enero de 1981 bajo la bandera del Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional. 

Las guerrillas urbanas clandestinas, milicias y organizaciones de masas se disuelven y dispersan para dar vida al más destacado ejército guerrillero de Latinoamérica, que libraría la segunda fase de la guerra civil (1981-1992).

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